30 noviembre, 2005

Clarividencia (Parte 1)

Celeste se frotó los ojos y se incorporó para encender la luz. Se volvió a tumbar en la cama. Otra vez el mismo sueño. Últimamente, soñaba muchísimo. La mayoría de las veces eran cosas ilógicas e inconexas, pero hacía tres noches que tenía un sueño recurrente. Fuego. Sólo veía llamas con un fondo negro. Eran llamas de un rojo intenso, como el de la sangre, y de ellas se desprendía un humo negruzco que se confundía con el fondo de la imagen. Sólo eso, fuego.
Ya llegaba tarde otra vez a la cita con sus amigas. Era sábado por la mañana. El centro de la ciudad estaba lleno ya a esas horas. Mujeres que venían del mercado con sus carros de la compra, parejas que paseaban bajo el tibio sol invernal, taxis, coches, autobuses y, sobre todo, ruido, mucho ruido. Cruzó un semáforo y vio a Ana encendiendo un cigarro en el mechero de un desconocido. Después, se lo agradeció con una de sus encantadoras sonrisas. Cuando el chico siguió su camino, pudo ver a Sandra con su abrigo de pana y sus pantalones vaqueros desgastados. Se aproximó a ellas.
- Eh, chicas.
- Por fin apareces. Llevamos media hora de plantón. -Se quejó Ana.
- Lo siento, se me han pegado las sábanas.
- A mí también me ha costado levantarme, ¿qué te crees? Ayer salí hasta las tantas. -Siguió Ana.
- Se volvió a encontrar con Paco. -Añadió Sandra con ese tonillo tan peculiar que incita al cotilleo.
- ¿El que la tenía pequeña?
- Ése. ¡Qué tío más pesado! No sé como hacerle entender que no quiero nada más con él... Pues lo que os decía: me fui al Roxy y conocí a un tío impresionante. Se llama Adam y es de Londres. Yo, claro, ni papa de inglés. Menos mal que él sabe un poco de español.
- ¿Y si seguimos hablando con un cafetito delante? Me estoy congelando. -Sugirió Sandra.
- Buena idea.
Ana hizo una pausa para darle un sorbo a su cortado y continuó alabando las virtudes de Adam. Sandra y Celeste intentaban seguir el ritmo nervioso de su conversación, llena de exclamaciones y exageraciones.
- Por cierto, tenéis que ver mi coche nuevo. ¡Es una pasada! He aparcado lejos, porque el centro está imposible. ¿Y vosotras qué contáis?
- No tanto -contestó Sandra-. Sigo con mi trabajo en la tienda de ropa. El mes que viene se me acaba el contrato y no sé si me renovarán. La verdad es que no me apasiona mucho trabajar allá en mi pueblo, pero menos da una piedra.
- ¿Por qué no buscas otra cosa aquí en la ciudad? No puedes pasarte la vida en tiendas rurales- sugirió Celeste.
- Pues sí, pero es que con mis estudios...
- Mírame a mí. No acabé el instituto y estoy ganando una pasta -dijo Ana.
- Yo no puedo ser modelo como tú.
- Pero hay otras muchas cosas. Sólo tienes que encontrar la que te vaya a ti. -Ana chasqueó la lengua- No quiero caras largas hoy, ¿eh? ¡Es sábado, por el amor de Dios! ¿Y tú qué? ¿Sigues teniendo sueños surrealistas? Si al menos fueran eróticos...
- Pues la verdad es que sí. Últimamente sueño con fuego. Llamas y llamas de fuego.
- ¿Sólo fuego? –se extrañó Sandra.
- Sí, mujer. Es el fuego de sus entrañas que lucha por salir y quemarlo todo –recitó Ana en tono burlón– ¿No dicen que los sueños son mensajes del inconsciente?
- Entonces el mensaje debe ser que estoy quemada. Gracias, ya lo sabía.
Las tres rieron al unísono, aunque las carcajadas de Ana se oían muy por encima que las de las demás.
- ¿Cómo llevas las clases? -Se interesó Sandra.
- Bien... Como siempre. Ya queda menos para acabar la carrera. Tengo muchas ganas de ponerme a trabajar. -Contestó Celeste.
- Pues no tengas tanta prisa, esto es un asco. -Aseguró Sandra.
- Mujer, tampoco es para tanto, -espetó Ana- . Si no fuera por gente como Elvira, trabajar no estaría tan mal.
- No me hables de esa zorra. Cada vez que la veo me tiene que soltar una de las suyas. -Dijo Sandra.
- ¿Qué ha pasado esta vez? -Preguntó Celeste.
- El otro día fui a recoger a Ana y me miró con esa cara de desprecio y de superioridad que pone...
- Es la única que tiene. -Interrumpió Ana.
- Y me dice la muy guarra: “¿Qué tal las Navidades? Por lo que veo el turrón ha hecho estragos. Deberías pensar en cuidarte un poco”. ¿Quién se cree que es ella? ¿Miss Universo?
- La verdad es que es guapísima y tiene un cuerpazo que te mueres. -Concedió Celeste.
- Pero no se puede ir por la vida mirando a todos los demás por encima del hombro y jugándoles malas pasadas. -Protestó Ana.
- Esa tía haría cualquier cosa por su imagen y su carrera. -Siguió Sandra.
- Venga, no se merece ni que hablemos de ella. -Dijo Celeste.
Se hizo el silencio durante unos instantes.
- Bueno -dijo Sandra-, tengo otra cosa que contaros... estoy saliendo con alguien.
- ¡Eh! ¿Por qué no lo has dicho antes? -Se quejó Ana-. Cuenta, ¿Quién es? ¿Le conozco?
- No le conocéis. Se llama David y es el hermano de una compañera de trabajo.
- Uh... qué morbo -exclamó Ana.
- Qué calladito te lo tenías. ¿Desde cuándo salís?
- Desde hace un mes. No os lo he dicho antes porque no sabía si la cosa iba en serio.
- Mira la mosquita muerta. –Siguió Ana–. Por fin sales con alguien. Ahora has de aprender el arte de utilizar a los hombres.
- ¡Calla ya Ana! No le des consejos. ¿No has oído que van en serio?
- Bueno, y... ¿qué tal es en la cama? -Insistió Ana.
Sandra se puso roja como un tomate.
- ¡Ah! No os habéis acostado todavía.
- No seas bestia, Ana. Es el primer chico con el que sale.
- Es monísimo. Tenéis que conocerle. A ver si quedamos la semana que viene y os lo presento.
- Eso -se animó Ana-. Hace tiempo que no nos montamos una juerga las tres.
- Vale, nos llamamos esta semana y lo arreglamos -dijo Celeste.
- Vamos a arrasar, chicas, ya lo veréis...
Tras un rato más de charla, Sandra y Celeste acompañaron a Ana hasta su coche, un deportivo verde metalizado. Su dueña se apoyó en él y acarició la carrocería con las yemas de los dedos.
- ¿A qué es el coche más bonito que habéis visto en vuestra vida?
- Es precioso -dijo Celeste- quién pudiera tener un coche así.
- Llama la atención, de eso no hay duda -replicó Sandra.
- Ya veréis como ruge, nos lo llevaremos a nuestra pequeña fiesta nocturna de la semana que viene. ¡Uh! ¡Va a ser genial! -dijo Ana metiéndose en el coche. Llamadme y decidme como quedamos. ¡Hasta la vista!
Sandra y Celeste la despidieron con la mano y caminaron juntas hacia sus respectivas paradas del autobús.
- Así que me has dejado como único miembro de club de las solteras.
Sandra rió tímidamente.
- Tú porque no quieres, que si no caerían a tus pies.
- Mi problema es que cuando un chico me interesa, no puedo estar a gusto en su presencia y mucho menos hablarle. Me siento estúpida y pienso que no le va a interesar nada de lo que le cuente.
- ¿Y te crees que para mí ha sido fácil? Lo mío era terror a los hombres. David me está ayudando a superarme en todo. Tú eres una persona mucho más abierta que yo, verás como superas lo de Luis y encuentras a tu media naranja.
- Quizás sea la semana que viene -bromeó Celeste.
- Nunca se sabe...

Nota: Si quieres seguir la historia, busca las demás partes publicadas hasta el momento en los archivos de diciembre, febrero y marzo.

Cansancius máximus

Ya no recordaba lo que es trabajar como una burra. Echar horas como una posesa, trabajar los fines de semana, estar de guardia cada dos por tres. ¡Bienvenida de nuevo! Me dijeron cuando entré por la puerta. Creo que estaban más contentas de mi llegada, no tanto porque se alegraban de verme, sino porque les iba a aliviar algo del agobio de trabajo que hay siempre por allí.
Y claro, aprovechando que vengo fresca como una rosa (ya recuperada de mi traspiés), se dedican a cargarme de trabajo para que otras descansen y se recuperen del strés. El problema es que voy de culo, de aquí para allá, de sordo en sordo y tiro porque me ha vuelto a tocar trabajar a mí hasta las 10 de la noche. Mi cuerpo, ya acostumbrado a los placeres de la bartola, se me rebela cuando intento levantarme después de 6 horas de sueño para otra jornada agotadora.
Cuando arrivo a casa no me apetece ni preparar un cappuchino de esos a la taza, con lo que mis cenas son bastante tristes. Lo único que anhela mi pompis es hundirse en el sofá y tragarse lo que echen, para despejar la mente de manos incansables que salpican signos, malos rollos en abogados y esperas interminables en médicos y hospitales. ¡Estoy saturada!
Lo más divertido es que sólo llevo tres semanas trabajando y aún quedan 8 meses para las vacaciones de verano. Paciencia y al sordo (perdón, al toro). ¡Y viva la explotación laboral que me da de comer y paga la hipoteca!

20 noviembre, 2005

El drama de Woody Allen

Como ya os comenté, el cine ha vuelto a ofrecer cositas interesantes y hago más viajes al kinépolis para empaparme de metraje, antes de que los estrenos navideños americanos nos invadan con sus papás Noeles rechonchos y sus infumables comedias. Y ayer me encontré con esta película de Woody Allen, aunque nadie diría que lleva su firma.
Lo primero que rechina es que NO es una comedia, sino un drama, aunque eso sí, con algunos toques de humor, como la secuencia en que el policía tiene una visión reveladora de los hechos. También se echa de menos aquel personaje neurótico y parlanchín eternamente presente en muchas pelis de Allen (no es que haya visto muchas, la verdad), y normalmente interpretado por él mismo. Desde luego, en esta ocasión no pegaba para nada, pero sí esperas encontrar al menos diálogos delirantes o situaciones cómicas que sin embargo se transforman en brochazos apenas visibles puestos al servicio del drama puro y duro.
Cuando ví el trailer me llamó la atención y no salí del cine decepcionada. El tema central de la película parece ser la infidelidad masculina, planteando el dilema de siempre entre amor rutinario o pasión. No obstante y con esta escusa, Allen nos adentra en las esferas de la clase alta inglesa, y explora el papel que juega la suerte en nuestras vidas. Por otra parte, el director nos muestra como el dinero y la posición social pueden rivalizar con el famoso refrán "tiran más dos tetas que dos carretas". ¿Quién ganará: la explosiva Scarlett Johansson o el afán de poder del protagonista? Para saberlo tendréis que verla.

19 noviembre, 2005

La coescucha, una sanación diferente

Hace ya algún tiempo que un grupo de 8 personas empezamos a reunirnos una vez al mes para hacer "coescucha". La idea surgió cuando una de estas personas leyó un libro del psicólogo Dean Ornish titulado "Amar y sobrevivir" (Love and Survival). El autor describía, entre otras cosas, un método de sanación psicológica que había puesto en práctica consigo mismo y con sus pacientes, y señalaba los excelentes resultados que había obtenido.
No se trata de una técnica dirigida a personas con problemas psicológicos graves, sino que está recomendada para todos en general y nadie en particular. Todos tenemos problemas y nos sentimos mal en algún momento. Diariamente, nos encontramos con situaciones adversas o que nos hieren, nos enfadan, nos hacen sentir culpables, etc. La coescucha tiene como objetivo liberar esas sensaciones y profundizar en su origen, que en la mayoría de ocasiones va mucho más allá de esa situación aparentemente sin importacia.
El método consiste en reunirse periódicamente un grupo de personas para hablar y escuchar, pero bajo unas normas determinadas. Cada persona expresará al grupo situaciones o estados de ánimo que le hayan afectado emocionalmente, tanto de forma positiva como negativa. Estas situaciones pueden ser recientes o pasajes de la infancia, conflictos fortuitos, etc. Mientras la persona se expresa, el resto del grupo escucha con la máxima atención sin intervenir. Cuando la persona termina, nadie comenta lo dicho, nadie aconseja, nadie juzga. Cada persona habla siempre de sí misma y sus sentimientos, nunca entra a juzgar a los demás (sean del grupo o no). Curiosamente, aunque estemos convencidos de lo que sentimos ante cierta situación, al no haberla expresado nunca (sólo le hemos dado vueltas en nuestro interior) no somos conscientes de todo lo que encierra, ni de cual es el origen de este sentimiento. Al comunicarla en voz alta, aclaramos muchas cosas y es muy común que se empiece hablando de algo tan nimio como un asiento en el autobús, y se termine relacionandolo con la relación con un familiar en nuestra infancia.
Hasta ahora se podría pensar que nos encontramos ante una terapia de grupo convencional, en la que los miembros se desahogan, se cuentan sus penas y se van a casa. Pero esto no es así. Cuando una persona expresa sus frustraciones más profundas, sentimientos dolorosos y emociones largamente reprimidas, se produce un fenómeno difícil de explicar para los que nunca han participado en algo semejante. El resto del grupo se siente conmovido y algo de lo que siente esa persona te resulta familiar, te sientes identificado en algunas cosas, o en muchas. A menudo creemos que somos los únicos capaces de sentirnos de determinada manera, pero en la coescucha te percatas de que todos reaccionamos de manera similar, todos nos sentimos vulnerables, culpables, poco queridos o enfadados en algún momento. Ante lo que expresa una persona nadie se siente indiferente. Si no te sientes identificado (lo cual te da pie a expresar por qué te sientes igual que ella), te sientes conmovido o reaccionas de alguna manera. Se crea una energía especial y cuando todos han dicho todo lo que querían decir, te sientes aliviado, liberado de una carga que a menudo llevabas a cuestas durante años. Te creías que era muy grave o pecaminosa, y al expresarla te das cuenta de que nadie se ha escandalizado ni te ha juzgado por ella.
No se puede expresar con palabras lo que sucede en estas reuniones. Podría poner ejemplos, pero otra de las normas es no comentar nada de lo dicho fuera del grupo. Ya no a desconocidos, sino que la misma gente del grupo no comenta nada al respecto una vez terminada la reunión. Es la única forma de evitar los comentarios, los consejos, juzgar a los demás (es tan fácil hacerlo). De esta manera, se va creando una gran confianza dentro del grupo.
Como he dicho, las personas que participamos no tenemos vidas catastróficas ni estamos de atar, sólo intentamos sentirnos mejor con nosotros mismos y entender más a los demás. Porque una de las consecuencias de asistir a estas reuniones es que empiezas a ver a la gente desde otra perspectiva más benigna. Si yo me siento así, los demás también tienen su forma de ver las cosas y de sentirlas. ¿Por qué tiene que ser mi forma más válida que la de los demás? ¿Quién soy yo para juzgarles? Reflexionad sobre estas preguntas, son muy interesantes.

10 noviembre, 2005

Matrioshki. El infierno de las muñecas rusas

El pasado lunes, como la mayor parte de los españolitos, me planté frente a la tele y sintonicé el antiguo canal + para ver la nueva televisión que empezaba a emitir: el canal cuatro. Ya tenemos otro botoncito que pulsar cuando hagamos zapping en los anuncios. ¡Bien!
Al parecer en este canal no emiten películas, sino únicamente series y programas de entretenimiento, además de las noticias. Estando convaleciente como estoy, me puse la tele de buena mañana y descubrí que emitían el primer capítulo de, tachán... ¡Melrose Place! Dios mío, cuánto tiempo. En su época era lo más. Y claro, en su época yo debía tener... 16? 17 años? No sé, lo único que recuerdo es que todos los personajes me parecían muy mayores e independientes. Es gracioso verlo diez años después, teniendo en cuenta lo que cambia tu perspectiva.
Pero este post quería dedicarlo a otra serie que descubrí el martes por la noche en este mismo canal. Se trata de Matrioshki, palabro al que han añadido la coletilla "viaje al infierno", porque si no probablemente no la vería ni Dios. Curioseando por internet he descubierto que el susodicho palabro significa "muñecas rusas", un juego de palabras muy apropiado para el argumento de la serie.
La verdad es que aluciné un poco de la crudeza que tiene, porque mientras la ves no puedes dejar de pensar que eso está ocurriendo realmente con cientos de mujeres en todo el mundo. De momento sólo han emitido dos capítulos (seguidos), y ya se me encoge el estómago. Pero como los seres humanos somos así, morbosos, pues a seguir angustiándose, venga.
La serie está ambientada en el mundillo de la trata de blancas. Parte de un grupo de chicas rusas que son captadas por una panda de mafiosos desalmados, con el fin de explotarlas sexualmente en clubs de alterne de la Europa "civilizada". Poco a poco, se van desgranando los entresijos de esas mafias: cómo engañan a las pobres chicas, muchas menores de edad y todas desesperadas por salir de la miseria, prometiéndoles un trabajo digno; lo sabandijas e indeseables que son los que llevan el negocio, que no tienen ningún tipo de escrúpulo y tratan a las chicas como mercancía y con un desprecio que te hierve la sangre (por lo menos a mí que soy mujer); cómo las chicas van desencantándose del "sueño europeo", etc.
Vamos, una de esas series que te deja inquieta, pero te alerta de las injusticias que se cometen todos los días a nuestro lado, sin que seamos conscientes de ello. Claro, que hay otros que no sólo son conscientes, sino que partician y las fomentan. Me refiero a los puteros, claro. Uf, dejo el tema que me estoy poniendo de mala leche. Eso, que no os la perdáis.

09 noviembre, 2005

De nuevo en la brecha

Aquí sigo con la pata en alto. Si al principio me machaqué la pierna sana dando saltitos mientras me cogía a los muebles, ahora tengo unas agujetas horribles en los brazos. Ya le estoy pillando el truco a las muletas, pero mis enclenques extremidades superiores tienen que hacer un sobreesfuerzo para aguantar todo el peso de mi cuerpo. No, si al final me voy a poner cachas y todo.
Hoy me han llamado del trabajo (sí, ése que aún no he podido empezar por mi querido tobillo), para ofrecerme más horas de contrato. Á las 7 horas a la semana que me propusieron le han añadido nada más y nada menos que 34. Como son dos contratos diferentes, con dos entidades independientes, voy a poder currar más de 40 horas semanales. De manera que parece que ahora he de recuperar el tiempo perdido en el paro.
Sé lo que se me viene encima, porque ya he estado antes trabajando a ese ritmo, y por eso mismo estoy un poco asustada. Trabajar sin horario, con guardias, viajes, alguna que otra responsabilidad. Al menos he estado un año de relax que me permitirá afrontarlo con fuerzas. Lo que más miedo me da es que mi tobillo no se recupere a tiempo. Se supone que este lunes tengo que estar sana y lustrosa como una manzana, y aún no he probado a apoyar el pie en el suelo. Mañana lo intentaré a ver qué pasa.
Por otra parte, me preocupa qué va a pasar con todas estas actividades que he ido cultivando en mi tiempo libre: la danza del vientre, mis intercambios en inglés, las horas en que ayudaba a mi padre en su despachito. ¡Ah!, ya me estoy estresando y aún no he empezado a currar.

07 noviembre, 2005

Frágiles y Oculto

Cuando empecé con el blog pensaba que escribiría mucho más sobre cine, puesto que me apasiona. Pero me he dado cuenta de que últimamente las películas que hay en cartelera no me llamaban nada la atención. Antes iba todas las semanas al cine y siempre había alguna cinta que me interesaba ver, independientemente de que luego me gustara, pero ahora sólo hay tres cosas en cartel: miedo, superhéroes y acción. ¿Dónde quedaron los dramas y los thrillers?
Frágiles fui a verla porque la anterior película de Jaume Balagueró (Darkness) me pareció escalofriante. Aunque ésta no está mal, no deja de ser otra peli más de terror con espíritu que acosa a los demás personajes. Me decepcionó un poco, la verdad. Quizás por eso he tardado tanto en escribir sobre ella.
Y este finde vi una película española (otra, sí, qué raro) llamada "Oculto". El argumento me picó, además el hecho de que esté protagonizada por Leonardo Sbaraglia le dio puntos también (je je). La película está entretenida y tiene los ingredientes necesarios para gustar (intriga, sexo, un toque sobrenatural, ...). Pero lo que me tocó la fibra es que la historia y el personaje de Bea (interpretado por Laia Marull), va en la línea de las historias que estoy escribiendo en estos últimos años. No quiero destripar nada, pero me sentí en ciertos aspectos identificada con ese personaje, sobre todo en lo que concierne a la fragilidad, la envidia, la timidez y esa forma de actuar tan sutil, consiguiendo lo que quiere a la chita callando.
En resumen me gustó, aunque no es un peliculón. Me alegré la vista con el Sbaraglia, al que no había visto desde "Intacto", y empecé a volver a tener ilusión de ir al cine. Porque esta vez me encontré con varias cositas que merece la pena ver. "El jardinero fiel", por ejemplo, promete y, aunque nunca me ha gustado especialmente Woody Allen, Match Point tiene buena pinta. O sea, que creo que voy a empezar a escribir más sobre cine.

Las desgracias nunca vienen solas

¡Y sigue la racha de mala suerte! La semana pasada parecía que la cosa mejoraba. Superé sin secuelas mi feroz constipado, puesto que normalmente me paso una semana más tosiendo. Y justo al día siguiente (miércoles) me ofrecen trabajar dos días interpretando en un Euroforum de la Universidad Politécnica. ¡Qué ilusión volver a currar! Me fui toda emocionada esperando encontrar a unos cuantos sordos ávidos de conocimiento, pendientes de mis manos para empaparse de lo que decía el conferenciante de turno. Creo que mi trabajo es uno de los más satisfactorios que existen. Ver como se ilumina la cara de una persona sorda cuando por fin accede a esa información que sin tu labor le estaría vetada te anima a seguir adelante, a pesar de lo duro que resulta a veces este mundillo.
Pero me estoy yendo por las ramas. Nada más acabar la conferencia me llaman de nuevo para trabajar en la Universidad de Valencia, interpretando las clases para varios alumnos sordos. La cosa sería para más tiempo. ¡Qué bien, al fin estoy de nuevo en la brecha! Pero se me ocurrió ir ayer domingo a hacer una pequeña escursión por el campo, con tan mala suerte que de la manera más tonta pisé mal una piedra y me torcí el tobillo. Parecía que no era nada, pero al volver en el coche empezó a doler y aquí me tenéis con mis muletas, un esguince de grado uno y el tobillo inmobilizado. Jamás en la vida me había hecho un esguince y tiene que pasarme justo ahora.
Por supuesto no he podido incorporarme al trabajo. Menos mal que han decidido contar conmigo de todas maneras y empezaré el próximo lunes, cuando se supone que estaré recuperada. Y vamos que si me voy a incorporar. Aunque tenga que ir arrastrándome yo voy a trabajar por la gloria de mi madre.
De manera que sigo en esta época de no levantar cabeza, descubriendo la verdad que se esconde detrás de ese refrán que dice que "las desgracias nunca vienen solas". Ale, me voy a practicar un poco con las muletas.

04 noviembre, 2005

Autoestima a tope

El libro que me estoy leyendo ahora se titula "De la autoestima a la estima del yo profundo", de un tal Jean Monbourquette. Detrás de esta frase tan rimbombante se esconde un libro que podríamos calificar de autoayuda, cuyo objetivo es explicar qué significa quererse a uno mismo. El autor nos propone diversas técnicas para reconocer en nosotros las actitudes que minan nuestra autoestima y las que pueden ayudar a potenciarla.
Lo que hace a este libro interesante frente a los otros miles de la misma temática, es que explora los lazos existentes entre la psicología y la espiritualidad. Partiendo de la estima por nosotros mismos, se nos propone dar un paso más y descubrir nuestra riqueza interior, lo que es genuino en nosotros, nuestra "parte de Dios".
Después del libro de Tarot, dejo el mundo de los cuentos de hadas y bajo un poquito a la tierra de los mortales para intentar insuflarme un poquito de autoestima, cosa que me hace falta en estos momentos.
Estoy empezando a leerlo. De momento poco más puedo decir sobre él. Si me gusta puede que incluya algún otro comentario más adelante. Y por supuesto, después de éste va Jung y Tarot. Estoy deseando cogerlo, pero aguanto la tentación porque no quiero intoxicarme con el tema.

La Pupila Azul (Parte 6 y última)

Pero no penséis que Celeste era una tirana, o que utilizaba su don para hacer el mal. No, el suyo era un juego inocente que no causaba daño a nadie. Cuando cambiaba las conductas lo hacía siempre para mejor, aunque algunas eran muy difíciles de cambiar y no podía mirar mucho tiempo a una persona, sin que alguien sospechara que pasaba algo raro. Más tarde, ya no necesitó mirar directamente, le bastaba con sentir la presencia de su objetivo. Su mente era como un gran ordenador, ella sólo tenía que pulsar las teclas.
Pero llegó el momento inevitable en que su poder se descontroló. Se le fue de las manos y casi no era dueña de sí misma. Parecía que la capacidad de su mente ya no tenía límites, y se sentía como poseída por una fuerza superior, que la dominaba. Era su mente. Se había convertido en víctima de su propio juego, y ahora era demasiado tarde para detenerlo, no podía parar. Cada noche, sin ella quererlo, leía las mentes de los dirigentes de los países, de los grandes científicos y escritores. Recogía toda la información, y la atraía con rapidez hasta su mente, donde quedaba grabada. Veía los datos a todas horas, pasaban más y más rápidos por su mente, noche tras noche. Era como si estuviera viendo una película interminable. A menudo, informaciones confidenciales pasaban, al trasladarse, por otras mentes, y quedaban registradas allí. Muchas veces, a causa de estos cruces de información, se producían guerras y enfrentamientos entre los países y los hombres. También se escribían algunos libros, cuyos autores decían haber tenido una revelación divina, o del “más allá”.
Esa noche, después de recopilar datos como de costumbre, sintió la necesidad de salir a respirar el aire fresco de la ciudad. Se sentía mal por lo que le estaba pasando, nunca debió haber llegado tan lejos, pero no lo había podido evitar. Algo en su interior la había empujado a utilizar su juego, a perfeccionarlo, pero...¿Qué?. Sentada en el banco, y con el bote de refresco en la mano, se preguntó, por primera vez en toda su vida, quién era ella. Absorta en estos pensamientos que parecían no tener respuesta, contempló de nuevo la noche. Algo había aparecido en el firmamento. De repente, una luz deslumbrante, de un color azul brillante, la cubrió por completo. Se elevó, enajenada, atravesando el haz de luz, que la transportó hacia la inmensa nave. Mientras subía, sintió un descanso y una paz que nunca antes había experimentado; luego, ya no sintió nada. Su mente se había detenido. La nave giró sobre sí misma, emitiendo un suave zumbido. Luego se alejó, dejando un rastro azulado.
En la oscuridad de la noche no quedó más que el cuerpo sin vida de una mujer, recostada en un banco de la plaza solitaria. Ya no había nada especial en ella. Los brazos caídos, las manos muy abiertas y sus ojos, antes con destellos de un azul brillante, estaban apagados, vacíos, muertos. El proyecto XZT 2953, creado para recoger muestras de la civilización terrestre, había sido todo un éxito.