30 enero, 2006

Memorias de una geisha

La semana pasada fui a ver la esperada película que ha llevado a la pantalla el bestseller de Arthur Golden, Memorias de una geisha, cariñosamente llamada en mi hogar "la china cochina". Antes de entrar en mis valoraciones sobre el film he de decir en mi defensa que cuando entré en el cine no había leído la novela, ni tengo puñetera idea de cultura japonesa, por lo que es cierto, mi opinión no vale un pepino, pero os la vais a tragar de todas maneras, je je.
Todo este rollo es para decir que la película me gustó bastante. De hecho, me gustó tanto que he decidio coger el libro por banda y ya voy por el capítulo 6. Según una amiga que podría decirse que es medio japonesa adoptada, la película está mal documentada, aparte de que las actrices son chinas y no japonesas, como cabría esperar. Personalmente, y supongo que como yo la gran malloría de los españoles (y no digamos americanos) que se ha tragado las 2 horas y media de peli, no distingo unos ojos chinos de unos japoneses o de unos coreanos.
Recuerdo cuando estuve en Nueva York en verano del 2000, donde estudié con varios estudiantes orientales. La mayoría eran japoneses, pero también los había coreanos, taiwaneses y chinos. Me resultó muy curioso que entre ellos se distinguían perfectamente. Un día le pregunté a uno de ellos, japonés casualmente, de qué manera podía yo distinguir las diferentes nacionalidades. Vamos, le pedí que me diera una pista. Sin embargo, por mucho que el chico se esforzó, la diferencia me parecía tan sutil que lo di por imposible. Los únicos un poco más claros eran los taiwaneses, más morenitos de piel. Pero por los ojos ni hablar. Lo he vuelto a hacer, irme por los cerros de Úbeda. Ya vuelvo.
Que la película esté producida por Steven Spierberg ya debería darnos pistas sobre la importancia puesta en detalles tan "nimios" como la fidelidad al libro. Lo primordial es que sea comercial y la gente coma muchas palomitas. Que la crítica la echa por los suelos, da igual, el que manda es el público.
Supongo que lo que me ha fascinado es esta pequeña aproximación al desconocido mundo de las geishas, que desde nuestra mente occidental se ven como meras prostitutas de lujo, cuando en realidad no son eso ni por asomo. Alrededor de ellas se mueve la alta sociedad japonesa, un mundo sutil, que no por ello deja de ser perverso. Ser geisha en aquella época te daba la oportunidad de codearte con hombres importantes, incluso el poder para dominarlos en cierta forma. La geisha era la belleza personificada, la perfección, el verdadero amor para muchos hombres atados a un matrimonio por conveniencia. Siempre atenta a sus deseos, siempre servicial, siempre discreta, pero, y en esto se diferencian de las prostitutas, siempre con dignidad.
El libro, al menos hasta donde he leído, regala muchos más detalles y es mucho más poético en cierto sentido. El problema con el que me encuentro, es que me es imposible desvincularme de la película cuando leo. Quiero decir que me veo privada del placer que produce leer un relato y construirte tus propias imágenes sobre él. En vez de eso veo las escenas de la película y sus actrices "chinas". En fin, no todo puede ser perfecto. Seguiré con el libro y ya os contaré mis impresiones.

18 enero, 2006

Depilación láser, el nuevo martirio femenino

Acabo de llegar de mi primera sesión de depilación láser. El aparato tiene un nombre muy tierno, Alejandrita, pero su propósito principal es martirizar la zona de tu cuerpo que hayas decidido depilarte, con unas sensaciones hasta ahora desconocidas. Mira que a las mujeres nos gusta sufrir.
Antes era la cera caliente. Embadurnarte con ese mejunje que a menudo estaba demasiado caliente y luego arrancarte los pelos de cuajo. Y ese escozorcillo que se te queda después como si lo que te hubiesen arrancado fuera la piel a tiras. Umm, qué gusto. Y luego inventaron la cera tibia, que sí, para las que tengan microondas genial, pero yo tenía que calentarlo al baño maría, y cuando iba por un cuarto de pierna me tocaba volver saltando a la pata coja a la cocina para recalentar la cuestión, porque se había quedado como una piedra.
Más tarde salió lo más moderno: la "Epilady". Que vamos, al que inventó el aparatito (porque seguro que fue un condenado hombre), le iba yo a decir un par de cosas bien dichas. Las primeras que sacaron al mercado te cogían el pelo, te lo retorcían con saña, y luego lo arrancaban. Todo poquito a poco, no vaya a ser que sufras poco. Y luego ponía en las instrucciones (je,je, qué gracia) que había que pasarse la máquina con la piel seca. ¡Pero cómo va a estar seca, si normalmente te depilas en verano con 40 grados a la sombra y encima sudas la gota gorda cada vez que ves acercarse la maquinita a tu pierna! No tenía sentido, la verdad. Y claro, el bicho empezaba a saltar como desbocado porque no resbalaba bien por la pierna sudorosa. Un follón.
Aunque yo siempre he sido partidaria de la sencillez de la cuchilla. Llamadme cobarde si queréis, pero no hay nada mejor para tener unas piernas perfectas y aterciopeladas. Lo había probado todo. Y el año pasado se puso de moda la depilación láser. Mi prima iba a empezar a hacérselo y me entró curiosidad. Este mes, por fin, me he decidido a probar. La propaganda que me hicieron no fue muy buena. "Sientes como un pequeño pinchacito". Genial, y yo tengo fobia a las agujas. "No mujer, pero no es lo mismo". Sí sí, ya veremos.
El caso es que me he plantado allí con cara de susto y cuando me he tumbado en la camilla me he puesto tiesa como un palo, a la defensiva. La chica ha bromeado con nosequé, no me acuerdo la verdad, y yo he soltado una risilla exagerada y artificial, de puro nerviosismo. Para no verlas venir, te dan unas gafas opacas muy monas, tipo Solmanía, por lo que a veces estás tan tranquila y "chaca", te enchufan un disparo de láser dónde menos te lo esperas. Pero no voy a ser exagerada. Se sufre más o menos como en una sesión de cera. En general me ha gustado la experiencia. Sobre todo me ha gustado que después de unas cuantas sesiones no tendré que volver a depilarme nunca más. Bueno, dicen que es bastante efectivo, que a lo mejor te toca hacerte un repaso una vez al año o cada dos años, pero vale la pena. Ya iré contado mis progresos. Se supone que ahora veré caer mis pelos como las hojas de los árboles en otoño. ¡Qué poético! En fin, un método más, que espero sea el definitivo, para librarnos de esa parte nuestra tan antiestética y acabar con todos estos siglos de martirio y sufrimiento que hemos padecido las mujeres. Que así sea, ¡Viva la depilación láser!

04 enero, 2006

Nip Tuck 3, comentarios a posteriori

Un comentario del blog me da la oportunidad de hablar otra vez de mis doctores favoritos, aunque en el apartado de Cine y TV de este blog hay ya dos entradas dedicadas a sus aventuras y desventuras en esta tercera temporada de la serie, que finalizó en USA el pasado 22 de diciembre.
Para ti, Nadia, aquí va un resumen de lo que sucede en estos apasionantes 15 capítulos. Los que no quieran saber nada, que dejen de leer en este momento (je je):
El final de la segunda temporada nos dejaba con el corazón en un puño al ver cómo Christian era víctima del violador. ¿Cómo narices le llama en español? Pues bien, en el primer capítulo de la tercera temporada vemos su entierro, pero resulta ser un sueño de Christian, porque el psicópata no lo mata, sólo le deja un rasguño en el cuello de recuerdo (a parte de hacerle otras cosas desagradables. Piensa mal y acertarás).
Julia le pide el divorcio a Sean y Christian sigue con Kimber (creo recordar que ya estaban juntos en la segunda temporada), aunque después del trauma del psicópata, él ha cambiado bastante.
Como Sean no quiere seguir en el negocio con Christian, se mete a trabajar en el programa de protección de testigos, operandole la cara a gente amenazada que debe cambiar de vida y desaparecer. El problema viene cuando surge algo entre una de las pacientes, mujer de un mafioso condenado, y nuestro querido doctor. Sean se plantea unirse a la protección de testigos con ella.
Para cubrir el hueco de Sean en la consulta, aparece Quentin. Este nuevo doctor tiene un carácter muy peculiar y la moral más "relajada" que Christian, que como he dicho, no está en su mejor momento. Quentin le pega a todo, hombres y mujeres, como pueden comprobar Sean y Christian cuando salen con él. Hasta el propio Christian alucina con él.
Por otra parte, el violador sigue suelto y haciendo de las suyas. Para atraparle, el gobierno americano pide ayuda a Londres, de donde llega una atractiva detective muy mordaz y especialista en crímenes sexuales. Lo primero que hace es entrevistar a Christian. Escena muy divertida, porque ella intenta sonsacarle información y quiere que reconozca que el criminal le violó, mientras él le tira los tejos o el tejado entero pa llevársela al huerto. Con esta chica pasan muchas cosas... En cuanto al violador, se desvela su identidad en el último capítulo de la temporada, por lo que te comes las uñas hasta entonces. Todos parecen sospechosos.
El relajamiento de Christian se trunca repentinamente tras el episodio de la boda. Se vuelve más inestable que antes y tiene una relación masoquista con una pobre chica, a la que machaca psicológicamente.
Matt, por su parte, se ha transtornado con el descubrimiento de su verdadero padre, la ruptura con Ava y la noticia de que era un hombre. Encima ahora se separan sus padres, con lo que se le va bastante la olla y hace locuras a mansalva. Ahora lleva el pelo rapado y, tras liarse con un transexual y darle una paliza, se pone a salir con una chica neonazi, lo que le trae muy malas consecuencias.
Julia se monta un negocio de Spa con Gina y la anestesista, y le va genial. En su nuevo estado de soltera independiente se permite unas canitas al aire, y algún roce con Quentin, el nuevo doctor, para desesperación celosa de Sean y Christian.
Creo que eso es todo lo que puedo contar más o menos. Pero seguro que pondrán la tercera temporada en España. Por lo que he leído la segunda ha tenido bastante audiencia en Canal 9 y TV3. Además, en USA ha arrasado la tercera temporada. El último capítulo lo han visto más de 5 millones de espectadores. En cuanto sepa algo os lo cuento. Paciencia, y si no la hay, siempre queda la versión original, y por ahí circulan subtítulos en español.