16 febrero, 2006

El leñador (The Woodsman)

Milagro, ya puedo hablar. Eso no quiere decir que ya puedo cantar bajo la ducha ni que mi voz sea melodiosa, sino que parezco un camionero. Además, tengo pegado a la garganta un aparato que detecta cuando es la hora de irse a dormir y pone en marcha el mecanismo de toser, con lo que doy unas serenatas nocturnas... Pero no me quejo, porque YA PUEDO HABLAR.
He visto una peli muy interesante que no está en el cine, sino que pillé por ahí. No sé de cuando es, pero me gustó bastante y por eso escribo sobre ella. Se llama El leñador (The Woodsman en inglés), y está protagonizada por el siempre enigmático Kevin Bacon, al que después de ver en Sleepers no podía ni ver porque me acordaba de su papel en esa peli y se me revolvían las tripas.
Pues en esta ocasión, interpreta también a un pedófilo que acaba de salir de la cárcel por abusar de varias niñas e intenta reinsertarse en la sociedad. Lo interesante de la cinta es que te muestra el tema del abuso a menores desde el punto de vista del que lo perpetra. Se analiza cómo piensa el protagonista, el impulso casi irrefrenable que le lleva a fijarse en las niñas y cómo lucha contra él.
Al mismo tiempo, conocerá a una mujer y dudará entre decirle la verdad sobre su pasado o no. Y desde la ventana de su piso cochambroso, desde la que observa a los niños que salen de un colegio, es testigo de como otro enfermo como él está sembrando el pánico en el barrio. Escribiendo sus reflexiones en un diario, tal y como le recomienda su terapeuta, se cuestiona la forma de pensar del criminal pedófilo e intenta superar su enfermedad. Un encuentro inesperado con una niña de 12 años le dará un nuevo punto de vista y le hará tomar una decisión salvadora.
En serio, muy buena, de esas joyitas que no te esperas. Recomendada.

13 febrero, 2006

Castigo divino

Snif, snif... Sorbo el moquillo por dos motivos principales: porque llevo un trancazo de cuidado y porque llevo dos días sin hacer algo básico y necesario para mí. ¡Mal pensados! Lo que no puedo hacer es HABLAR. Mi constipado me ha afectado a las cuerdas vocales (como siempre). Parece que de vez en cuando, alguien por ahí arriba me dice que ya está bien de tanto darle al alpiste y como no hago ni caso me castiga con unos días de silencio, cosa que los que están a mi alrededor agradecen, chungándose de mí cada vez que intento abrir la boca. Reíros, reíros, que cuando recupere la voz volveré a taladraros, jeje. De momento, me desahogo escribiendo.
Este fin de semana me planté en visita relámpago en Barcelona a ver los Depeche Mode. No me hacía especial ilusión el concierto, pero como mi chico daba saltos de alegría con la idea, pues tuve que darle el gusto. La verdad es que no estuvo nada mal, teniendo en cuenta que no podía cantar (sólo hacer playback) y que la mayoría de canciones las has oído pero no son un icono de tu generación ni te apasionan hasta el punto de extasiarte escuchando. Eso sí, tocan genial, la gente les adora y es un megaconcierto de esos a los que hay que ir por lo menos una vez en vida.
No me malinterpretéis. Me gustó. Emocionante ver las manitas de las quichicientas personas que había allí moviéndose a la vez o chillando el "Reach out and touch faith" de "Personal Jesus", una de las canciones más famosas de la banda. A mí, personalmente, me encantó la rayada de "The Sinner in Me", que ya me gustó al oirla en el nuevo disco, pero que en directo fue apoteósica.
Y tras el ajetreo del fin de semana me he levantado con un dolor de cabeza de tres pares de narices e igual de muda que ayer y antesdeayer. Cada vez que toso se oye un sonidito patético que surge de mi garganta. Ayer me dolía de tanto esforzarme por hacerme entender, así que decidí hablarle en lengua de signos y por gestos a mi maridito. Pero resultó más cansado esforzarme para que me entendiera que forzar la garganta. Tengo que enseñarle la lengua de los sordos para cuando me vuelva a pasar esto, así podrá hacerme de intérprete (jeje). Pero de momento a tomar caldito de pollo y quedarse en casita que mañana hay que trabajar. Y a los de arriba decirles que ya he aprendido la lección, que seré buena y hablaré menos pero que, por favor, me devuelvan el don del habla YA.

08 febrero, 2006

Frustraciones musicales

¡Ahhhh! No puedo más. Llevo cuatro días intentando insertar música en mi blog y me estoy volviendo loca. Después de mis pequeños pinitos en el mundo del html para acoplar la página a mi gusto, me puse a buscar por internet consejillos para insertar links con canciones. En qué mala hora se me ocurrió...
Primero averigué como poner una canción de fondo, que empezara a sonar al abrir la página. Pero claro, era un peñazo que cada vez que pinchabas en algún link la cancioncilla empezara de nuevo a sonar. Así que buscando soluciones me encontré con un mp3 player muy mono que funcionaba con flash. Se trataba de insertar el objeto (el reproductor) en la página, y que los usuarios pudieran pinchar en una lista de canciones, ubicada en el servidor. Qué guay, sí.
Primer problema, no tenía ningún espacio propio en el servidor de Blogger para ubicar mis ficheros mp3. No pasa nada, los ubico en un servidor externo. Je, je, qué fácil. Me consigo uno y me subo la lista de canciones, meto el objeto en el blog y... primer intento fallido. El reproductor no encuentra mi lista de canciones. Tras horas de frustración, me pongo a borrar los ficheros del reproductor y zas, borro el archivo index.htm, la base de mi espacio web, con lo que se me va todo al garete. Tras contactar con el servicio técnico, me restauran mi espacio y puedo seguir haciendo experimentos.
Después de romperme los cuernos y leer todos los foros en inglés y español que encuentro a mi paso, consigo que el reproductor mp3 encuentre la lista de canciones y... segundo intento, las canciones no suenan. Joer, empiezo a mosquearme.
Al parecer el servidor iba demasiado lento para transferir las canciones y tardaban en cargar media hora, o sea, que para cuando empezaran a sonar la peña ya habría abandonado mi web. Genial.
Decido cortar por lo sano y buscarme un lugar más fiable para ubicar los archivos de audio. De nuevo a los foros, a ver qué recomiendan los "expertos" en el tema y elijo uno (gratuito, por supuesto). Intento subir el primer archivo. Imposible... media hora después sigue siendo imposible... Pues si tarda en subir los archivos no te digo nada en transferirlos al blog. Tercer intento. Me cago en...
No desespero. Intento meter un link en el blog con la dirección donde está alojada cada canción y cuarto intento... ¡Agggggg! Claro, para poder acceder al servidor donde están las canciones te pide mi nombre de usuario y contraseña. Lo mando todo a la m...
Ayer se me ocurre que lo único que puedo hacer es crear una página en el mismo servidor donde tengo los ficheros de música y crear ahí un link que me lleve a ellos. Como están dentro del mismo servidor en teoría no me pediría la contraseña. Posteriormente, pondría un link en mi blog que lleve a esa página. Me regocijo ante mi "descubrimiento". Pero oh, infortunio, la herramienta de creación de páginas web del servidor no funciona. No se puede modificar nada, ni insertar links, ni acceder al código fuente para modificarlo, nada. ¡Socorro! Así que nuevo he acudido al servicio de asitencia técnica, para que me digan qué narices puedo hacer para que funcione la herramienta.
En estos momentos, después de cuatro días delante del ordenata, sólo he sacado dos cosas en claro: primera, soy "cabeza-piedra" (así dicen los sordos "cabezota") y cuando quiero algo no paro hasta conseguirlo y segundo, que el que inventó esto de la informática era un tío muy retorcido y seguro que acabó amargado de la vida. Buenas noches.

05 febrero, 2006

Clarividencia (Parte 3)

Se pusieron a bailar en un lado de la pista, disfrutando de la música. Ana era sin duda el centro de la atención masculina y lo sabía. Se deleitaba espantando a todo aquel que se le acercaba a invitarla a una copa o a susurrarle proposiciones al oído.
La noche avanzaba y el local iba llenándose cada vez más. Los grupos de gente entraban y salían deslizándose entre la masa de jóvenes que bebían, bailaban y charlaban a gritos. De repente, el corazón de Celeste se aceleró al ver que Jorge, su compañero de clase, entraba por la puerta del pub junto con otros tres chicos. Estaba guapísimo con aquel sueter negro y los pantalones vaqueros algo ceñidos. En ese momento, el resto del mundo dejó de existir. Sólo le era posible escuchar el latido de su corazón mientras le observaba avanzar entre la gente como a cámara lenta. Ana y Sandra conversaban animadamente y no se percataron de su distracción repentina.
Los recién llegados se detuvieron junto al bar, a una distancia prudencial de ellas. Jorge se inclinó sobre la barra, pidió una copa y mientras esperaba su bebida tamborileó con los dedos sobre el mármol. Al levantar los ojos, se encontró con los de Celeste, a la que pilló por sorpresa. La saludó con un ligero movimiento de cabeza, al que ella respondió del mismo modo. Celeste pensó que si fuera más valiente se acercaría a hablar con él, pero avergonzada, bajó la mirada y apuró su vozka con limón. Cuando se atrevió a mirarle de nuevo, él conversaba con uno de sus amigos. Sin embargo, le pareció que miraba de nuevo hacia donde ella estaba. No, no la miraba a ella. Estaba mirando a Ana. La observó con interés durante unos segundos, mientras uno de sus amigos le hacía algún comentario al oído que le hizo sonreír.
Celeste sintió como una oleada de decepción se apoderaba de ella, pero se dio la vuelta para unirse a sus amigas e intentar olvidar lo que acababa de ver. Sin embargo, alguien más estaba mirando a Ana con interés hacía un buen rato, y decidió que ya era hora de hacerse visible. Paco se acercó a ellas y cogió a Ana por la cintura.
- Por fin te encuentro. Sabía que hoy te vería por aquí.
Ana se deshizo de sus manos y le apartó de ella.
- Paco, por favor. Te he dicho mil veces que no me hagas eso. Déjame, ¿no ves que estoy con mis amigas?
- Sí, ya lo veo... Lo que veo es a un montón de moscones esperando la oportunidad de tirársete encima. Sólo quiero protegerte.
- Protegerme dice, ja. Pues para que te enteres, no necesito tu protección. ¿Y si resulta que me gusta alguno de esos moscones?
Paco la cogió del brazo con fuerza.
- Que le parto la cara y se le quitan las ganas de volverte a mirar. –Susurró.
- Ya está bien, Paco. ¡Hemos terminado! ¡¿Cuántas veces quieres que te lo repita?! ¡Suéltame!
- Vale, vale, no te pongas nerviosa, tía. –Dijo Paco levantando los brazos.- Estaré en la barra, por si me necesitas.
Y dicho esto se apartó de ella. Durante el resto de la noche no le quitó el ojo de encima a Ana, lo que hizo que ella se pusiera cada vez más nerviosa.
- Tías, me largo, no lo aguanto más.
- Sí, es tarde, vámonos,- dijo Sandra.

El lunes por la mañana, Celeste se levantó extrañamente descansada y sin recordar que hubiera soñado en toda la noche. “Por fin me he librado de esos endemoniados sueños”, se dijo mientras se arreglaba para ir a clase. Tras prepararse el almuerzo y comprobar que su compañera de piso se había vuelto a dejar el friegue en la pila, suspiró y salió de casa.
Cuando volvió a mediodía a su piso comprobó el contestador, como de costumbre y vio que había un mensaje. Lo escuchó mientras descargaba la mochila y se quitaba la chaqueta. “Celeste, soy Sandra” en su voz había preocupación “Estoy en casa de Ana, con ella... Alguien le prendió fuego a su coche ayer por la noche y está muy nerviosa, piensa que la quieren matar... Vente si puedes cuando escuches esto... Hasta ahora”. Celeste, desconcertada, se dejó caer en la silla que había tras ella e intentó poner orden en los pensamientos que se agolpaban en su mente. ¿Era posible que el sueño que había tenido durante las últimas noches estuviera relacionado con lo que le había pasado a Ana? Por un momento, recordó de nuevo el fuego consumiendo el coche de su sueño, el calor, el humo. No, era sólo una casualidad. Pero una casualidad que no dejaba de ser curiosa. Se volvió a poner la chaqueta y se dirigió a casa de Ana. Cuando Sandra le abrió la puerta se encontró a su amiga llorando en el sofá. Estaba furiosa.
- Le voy a denunciar, le voy a denunciar por esto y... y... por acoso. –decía Ana entre sollozos.
- Lleva así un buen rato. –explicó Sandra.
- ¿Quién ha sido? –preguntó Celeste.
- La policía no ha encontrado ninguna pista todavía. Puede que hayan sido unos gamberros que...
- ¡Ha sido él, estoy segura! –gritó Ana- pero se va a enterar de quién soy yo.
- Cálmate, Ana, ¿de quién estás hablando? –preguntó Celeste sentándose a su lado e intentando consolarla.
- Ella cree que ha sido Paco.
- ¡Es un psicópata degenerado! Sólo así se explica que me haya quemado el coche.
- Yo creo que es mejor no precipitarse en acusar a nadie, hasta que la policía encuentre alguna prueba. –Recomendó Celeste- Además, me temo que Paco no es único chico al que has rechazado últimamente. Acuérdate de Sergio, que no te dejaba en paz.
- ¡Pues yo estoy segura de que ha sido Paco! Y más le vale no pasear su careto delante de mí porque no respondo de mis actos.
Celeste decidió ahorrarse el comentario sobre el extraño parecido entre su sueño y lo ocurrido. Ana no estaba para que le contaran cuentos chinos.
El fin de semana siguiente las tres amigas quedaron para ir a ver un concierto de Rock en una sala de las afueras de la ciudad. Cómo Ana se había quedado sin coche, Sandra se había ofrecido a llevarlas en el suyo, un viejo Renault heredado de su padre. Celeste se encontró con Ana en su portal, donde habían quedado con Sandra.
- ¿Estás mejor?
- Sí, qué remedio, tendré que joderme y resignarme. –Se sacó un pitillo del bolso y lo encendió. –Le he contado a la policía lo de Paco, pero sin pruebas no pueden hacerle nada. Me da una rabia...
- Ten paciencia y verás como se aclara todo.
- Cambiando de tema, que éste no me gusta mucho, espero que Sandra traiga a su amiguito, me muero por conocerlo. Ah, ahí viene...Pero joder, si viene sola.
Sandra se detuvo con el coche frente a ellas.
- ¿Dónde te has dejado a David? Ana se muere por conocerlo.
- Eh, y tú también, no disimules. Pero que conste que es un interés de amigas, para comprobar que no te has liado con el tío equivocado.
- Ya... No os preocupéis. Va a venir al concierto.