15 abril, 2007

Save the Cheerleader, Save the World



Aquí os dejo el trailer en inglés de la serie "Heroes", una de mis favoritas de los últimos tiempos. Va de un grupo de personas de diferentes partes del mundo, aparentemente normales, pero que empiezan a descubrir que tienen poderes extraordinarios. Mientras aprenden a controlar su propio poder, descubren que no son los únicos y que todo lo que les está sucediendo tiene un último propósito: salvar al mundo. Otra serie adictiva para mi colección.

De vuelta a la tecla

¡Hola a todos! Después de un año (que se dice pronto) sin escribir, de temblarme el pulso cada vez que tenía tentaciones de borrar el blog, me he decidido a intentarlo de nuevo. Creo que mi apatía se ha debido a varios motivos. Primero, que al volver de nuevo al curro tras un año casi parada, no tenía apenas tiempo y el que tenía lo dedicaba a tirarme a la bartola. Segundo, le había metido tal cantidad de apartados al blog que me daba una pereza extrema ponerme a actualizarlo. Tercero, esa tendencia tan mía de empezar las cosas con tanto entusiasmo y al cabo del tiempo perder el interés casi por completo.
Ya más serena y con una pequeñas remodelaciones, me dispongo a hacer borrón y cuenta nueva, a ver si me centro y puedo escribir en unos plazos razonables.
Últimamente me he visto rodeada por un virus peligroso que afecta cada vez a más mujeres de mi alrededor, tanto falmiliares como conocidas varias. Este virus hace que les crezca la barriga hasta límites insospechados (normalmente acompañada por las nalgas y las piernas) y tiempo después tienen una criaturita llorona que gasta y gasta el dinerito de sus papis sin parar.
Je, je, sé que es una forma extraña de ver la maternidad, pero es la más razonable. Mi hermana, cuatro años menor que yo, va a por el segundo; mi prima, de mi edad y con la que siempre me han comparado, con una cría de 6 meses; mis cuñados acaban de tener una nena hace 3 días; mi mejor amiga ya tiene 2; mis compañeras de trabajo caen como moscas...
Y lo más agobiante de todo no es que te rodee el virus, sino que automáticamente todos se giren a mirarte con esa carita de "ay, que se te pasa el arroz" y te suelten la típica pregunta "¿Y tú para cuando?".
Pues aún no, señora. Si lo pienso, aún no quiero echarme un mínimo de 11 kilos encima, de los cuales me quedaré alguno seguro. Aún no me veo con los dolores del parto, ni como un surtidor de leche ambulante abierto las 24 horas del día. Aún no quiero pensar en renunciar a todas las cosas que ahora puedo hacer, en gastar una fortuna en pañales, en libros de texto, ropita, carrito, sillita del coche, bañerita, cunita, hamaquita, tronita y todo eso que acaba en -ito/a, inventado para sablar a los nuevos padres.
Pero claro, ha nacido otra. Y llegas al hospital y subes a la planta de recién nacidos. En el pasillo, mientras buscas la habitación, oyes un tímido y débil lloro que te anuncia las sensaciones que te esperan tras la puerta que estás a punto de cruzar. Y entonces la ves, tan pequeñita, indefensa e inocente que te olvidas de todo. Todo la racionalidad se esfuma y sólo puedes contemplar su carita y maravillarte del milagro de la vida. Bienvenida, Nadia.