21 junio, 2010

Resfriados, fin de curso y dudas existenciales

Ya termina el curso académico y parece que por fin me he librado de mi racha de enfermedades menores. Desde que mi niño empezó la guardería en abril, ambos hemos ido compartiendo paracetamol, moquitos y tos. Empecé con un constipado de garganta, que me duró cuatro días, al quinto empecé otra vez a sentir picorcillo y poco después me volví a quedar sin voz, la mayor tortura que me puede suceder. Menos mal que trabajo con las manos.
Estos dos constipados de garganta culminaron con una tos que yo denominaría empedernidamente crónica y que me duró, atención, seis semanas. Como ya estaba desesperada por dejar de toser, probé todos los remedios que me iban recomendando: desde el clásico jarabe de la tos, que ya me bebía como si fuera agua y que yo creo que me hacía toser más, hasta gárgaras con fórmulas magistrales caseras. Además, me podrían hacer cliente honorífica de los caramelos Halls y Pictolín de miel con limón.
Pero, ay de mí que aún con mi tos a cuestas (en la semana 4 de la misma), me empiezo a encontrar mal del estómago y esa misma tarde empiezo a expulsar de mi cuerpo por arriba y por abajo una cantidad inimaginable de sustancias poco agradables. Como no toleraba ni el suero, me deshidraté y desmineralicé, así que estaba hecha polvo. Estuve 3 días sin comer nada en absoluto y dos semanas con dieta suave. Lo único bueno es que hice operación biquini express sin proponérmelo, aunque ya he recuperado algo del peso perdido.
No contenta con esto, se me ocurre coger otro constipado que, por supuesto, me contagia mi hijo, esta vez de nariz. Cuatro días más de orificios nasales taponados y de comer con la boca abierta para poder respirar. Luego, aunque parezca increíble, aún me esperaba otro constipado que empalmé con el anterior, éste era otra versión con moquetes verdes y espesos que me taponaban los oídos.
Hoy, por fin, puedo decir que he recuperado la salud. Lo diré con la boca pequeña, por si acaso. Pero, como cada fin de curso, un año más vuelven a asaltarme las dudas y a flaquearme el ánimo. Estoy cansada de dar tumbos, de la incertidumbre y de no poder hacer planes de futuro que me permitan estar con mi hijo y tener algo de tiempo libre.
Empiezo a plantearme otras opciones. Recientemente leí en un foro de intérpretes de lengua de signos la siguiente reflexión: "¿Cuál es el futuro de nuestra profesión? ¿Cambiar de profesión?". Aunque todas las personas que nos dedicamos a esto lo hacemos por vocación, llega un momento en que te preguntas cuáles son tus prioridades en la vida y te das cuenta de todo lo que sacrificas por seguir tus anhelos profesionales. De momento, como cada año, toca esperar. Esperar una nueva oportunidad, un nuevo reto y nuevas ilusiones que me ayuden a seguir por el camino que he elegido una y otra vez. Y si es el momento de tomar otro rumbo, confío en que se aparte toda esta maleza que hay ahora en mi cabeza y aparezca una nueva senda ante mis pies. Y espero tener la suficiente valentía para emprender mi viaje por ella sin volver la vista atrás, aunque mis ojos se llenen de lágrimas y mi mochila esté cargada con los recuerdos de lo que fue un largo y bonito sueño.

2 comentarios:

Luna D dijo...

Muy bonito tu blog, plutoniana! Tienes estilo al escribir! Es una pena que lo hayas dejado...

Plutongirl dijo...

Gracias por tus bonitas palabras. Mi vida ha cambiado mucho desde que empecé con el blog. Espero poder retomarlo algún día y seguir compartiendo mis inquietudes personales y espirituales con quien quiera acercarse a escucharlas.