05 enero, 2010

Avatar, ecologismo en 3D

El pasado fin de semana me acerqué al cine a ver Avatar, la nueva película de James Cameron, que tanta expectación ha generado. Como a tantos otros, lo que picó mi curiosidad fue el poder vivir la experiencia de ver un largometraje en 3D, cosa que todavía no había hecho.
Reconozco que fui con muchas expectativas y con mucho miedo a que éstas se vieran truncadas. Sin embargo, salí del cine satisfecha tras un espectáculo tridimensional de casi 3h.
La película arranca cuando el protagonista se embarca en un viaje de 6 años hacia el planeta Pandora, donde asumirá el trabajo en un principio asignado a su hermano. Allí descubrirá un mundo lleno de peligros, pero con una gran riqueza natural y humana. Y es precisamente la riqueza natural la que ha llevado a los humanos allí. El objetivo de la expedición es expoliar el nuevo mundo, extrayendo un mineral muy valioso para la Tierra.
Nuestro protagonista se meterá en la piel de un avatar medio alienígena, medio humano y conocerá a los nativos de Pandora, que están en plena conexión con el mundo que les rodea y viven en armonía con el medio que les sustenta. El conflicto entre ambas razas es entonces inevitable.
La trama se desarrolla de forma bastante predecible, pero siguiendo en todo momento los deseos del espectador. Los efectos especiales son espectaculares, teniendo en cuenta que gran parte del metraje es totalmente irreal, aunque los indígenas y avatares estén dotados de un realismo apabullante. En cuanto a los efectos 3D, hacen que te sumerjas aún más en la historia. Se agradece sobre todo la falta de efectos que sobresalgan excesivamente de la pantalla y ataquen el rostro del espectador.
En cuanto al transfondo, la película quiere ser una llamada de atención a nuestras conciencias sobre la forma en la que tratamos a nuestro propio mundo. Pandora simboliza una Tierra virgen, inexplorada y en armonía. En este entorno idílico contrasta con mayor claridad el afán depredador natural del ser humano. Se trata de una elección acertada, puesto que, en el caso de nuestro planeta, parecemos estar insensibilizados a las barbaridades que hacemos con la naturaleza y con nuestros congéneres.
Por otra parte, la cinta critica el militarismo y la idea de "guerra preventiva", o el "combatir el terror con el terror", tan presente hoy en las mentes de los dirigentes mundiales.
Por último, aunque muy ligero, la película tiene cierto toque de misticismo, pues sugiere que todos los seres vivos estamos conectados a través de una energía que nos mantiene vivos y en armonía. El problema de los seres humanos es que no percibimos esta conexión, y por ello no somos conscientes de lo que le hacemos a nuestro planeta.
En resumen, una película que recomendaría, pero eso sí, reservar vuestra entrada con anticipación y en una sala que la proyecte en 3D.

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