13 septiembre, 2009

De mayor quiero ser funcionaria

Otra vez septiembre. Otra vez los niños al cole, los fascículos coleccionables en el quiosco y el síndrome post-vacacional al volver al trabajo. Bueno, eso será para los que tienen trabajo, porque en mi caso, con crisis o no, me encuentro en la misma situación: con una mano delante y otra detrás.
Tras pasarme el mes de agosto trabajando, tenía la esperanza de empalmar con otro empleo a principios de septiembre. Y un trabajo de los buenos, para la administración pública. Pero cuando el 1 de septiembre me planté en mi hipotético futuro lugar de trabajo, que por derecho de bolsa de trabajo me pertenece, me encuentro con que los funcionarios de turno ni se han inmutado ante el hecho de que hay personas sordas allí, y de que van a necesitar intérprete.
Cuando me ve aparecer la persona que debe presentar el informe para que me contraten me dice: "¡Uy! Qué bien que hayas venido. Está bien que nos recuerdes el tema. No sé cuantos sordos hay este año. Ve y pregunta en secretaría. Por cierto, ¿me haces un favor? Dile que te busque los papeles para que pueda hacer el informe y me dejas una fotocopia en mi mesa".
Vamos a analizar en profundidad y a traducir a un lenguaje comprensible las frases anteriores: "Uy, tú por aquí. Ni me acordaba de que tengo que pedir un intérprete para atender a estos sordos pesados. Pero no pasa nada. Como yo cobro todos los meses haga el informe o no y me importa 3 pepinos que dependas de mi informe para empezar a trabajar... Ah, y aprovechando que has aparecido, podrías quitarme un poco de trabajo y pedirle a la secretaria que te dé unos papeles que tendría que pedir yo, pero es que no me apetece hacer tanta cola. Pierde tú la mañana y traemelos. Así a lo mejor redacto el informe antes".
Y unos días más tarde, consigo localizar al inspector que ha de autorizar mi contrato. Después de 2 horas esperando a que me atienda, le explico que mi contrato acabó en junio, pero que me "pidieron" (si te niegas puede que al año que viene no estés aquí) que atendiera como intérprete a un sordo en septiembre 2 días. Además, en junio inspección me llamó para "pedirme" que me desplazara a otro centro a atender a otra persona sorda, cuando estaba adscrita a mi centro y legalmente no debería acudir.
Con cara de "¿y a mí que me cuentas?", me dice que sí, que le consta que muy amablemente colaboré en el incidente que surgió en junio, y que me agradece enormemente que haya asistido al centro en septiembre esos 2 días a atender al sordo en cuestión, pero que como el centro no ha solicitado el recurso todavía este año, pues que toca esperar.
Una vez más, traduzcamos: "Menudo rollo me estás soltando y justo ahora que mis compañeros me esperan para tomarme un café. Eres una capulla por aceptar trabajar gratis, pero gracias a gente como tú nos ahorramos una pasta que no veas. Mejor vete a tu casa y no me molestes más, porque hasta que no tenga en mi mesa el informe no pienso mover un dedo, y menos por tí, que no tienes enchufe ninguno. Y da gracias de que no haya nadie con tu titulación que lo tenga, porque si no este "chollo" de trabajo ni lo habrías olido".
Resumiendo: que me llamarán como pronto en octubre-noviembre. Y como todo va tan bien en la administración, no empiezas a cobrar hasta 2 meses después de haber empezado a trabajar. Eso sí, luego tu cuenta baila la sardana al cobrar los 2 meses de golpe.
Viva los funcionarios y su culo gordo. Estoy hasta el moño de tener que preocuparme de qué pasará el mes que viene. Yo de mayor quiero ser funcionaria, y tocarme el higo como esta gente, tener mis vacaciones pagadas y que me la bufe todo lo que no sea mirarme el ombligo. ¿Opositar cuándo y a qué? He ahí la cuestión. Pero tened por seguro que lo haré.

No hay comentarios: